Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
Este versículo revela una de las verdades más profundas sobre el amor de Dios:
Él nos amó cuando aún estábamos en nuestro pecado. No fue necesario que nos volviéramos perfectos ni que hiciéramos algo para merecer ese amor; Él nos amó en lo peor de nosotros mismos. La muerte de Cristo en la cruz no fue una respuesta a nuestro esfuerzo o a nuestra bondad, sino un acto de misericordia divina para alcanzarnos y salvarnos. Esto muestra la grandeza y la incondicionalidad del amor de Dios.
El amor de Dios por nosotros es tan inmenso que Él decidió dar a Su Hijo, aun sabiendo que, por naturaleza, éramos pecadores. No esperó que nos volviéramos dignos, sino que nos amó tal como éramos. Esto nos invita a reflexionar sobre la profundidad de ese amor, que no depende de nuestra perfección, sino que actúa para salvarnos, restaurarnos y darnos una nueva oportunidad.
Querido amigo, quizás sientas que no eres digno del amor de Dios, pero la verdad es que Él ya te amó antes de que siquiera pensaras en cambiar. Jesús murió por ti mientras aún estabas lejos de Dios, y Él está listo para recibirte con amor, perdón y gracia. No importa lo que hayas hecho o por dónde hayas pasado, Jesús te ama y te llama a una nueva vida. Si deseas experimentar ese amor incondicional, entrégale tu corazón ahora. No hay nada más precioso que saber que eres amado por Dios, y Él te espera con los brazos abiertos.
Ten la seguridad de que después de entregar tu vida a Jesús, Él mismo, a través del Espíritu Santo, te ayudará a romper con el pecado y a hacer los cambios necesarios.
