He escuchado tu oración; he visto tus lágrimas. 2 Reyes 20:5
Cuando el rey Ezequías recibió la sentencia de muerte, no la aceptó. Volvió la cara a la pared y oró. No discutió con los hombres, habló con Dios. Y el cielo respondió.
En lugar de aceptar el fin, Ezequías eligió la fe.Su oración sincera conmovió el corazón del Señor, y el reloj de la vida retrocedió. Quince años más. Un milagro escrito por las lágrimas de un hombre que confió en el poder de la oración.¿
Cuántas veces aceptamos diagnósticos, sentencias y derrotas como definitivos?Ezequías nos enseña: aún hay tiempo cuando se ora.
Dios no se limita a los informes: escribe una nueva historia para quienes claman con sinceridad.
“He escuchado tu oración; he visto tus lágrimas” (2 Reyes 20:5).
Si oras con el corazón, Dios puede cambiar lo que parecía inmutable.
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