Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas

Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:15

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Pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:15

Este versículo nos enseña una verdad muy profunda sobre la conexión entre el perdón que ofrecemos a los demás y el perdón que recibimos de Dios. Jesús es claro: si no somos capaces de perdonar a quienes nos ofenden, no podemos esperar que el Padre nos perdone a nosotros. El perdón, por lo tanto, no es solo un acto de misericordia, sino una condición esencial para que podamos disfrutar de la misericordia divina.

Dios, en Su infinita gracia, nos perdona por medio de Cristo, aunque no merezcamos ese perdón. Cuando decidimos no perdonar, cerramos nuestro corazón e impedimos que la misma gracia que recibimos fluya a través de nosotros hacia los demás. Perdonar no es fácil, especialmente cuando hemos sido heridos profundamente, pero Jesús nos llama a seguir Su ejemplo y a liberar el peso del dolor y del rencor. Esto no significa que debamos minimizar la ofensa, sino liberar el perdón para poder vivir en paz con Dios y con los demás.

Hoy estás desafiado a reflexionar sobre el poder del perdón en tu vida.
Si hay alguien a quien necesitas perdonar, recuerda que el perdón no es para el otro, sino para ti mismo. Al perdonar, permites que Dios trabaje en tu corazón y te conceda la paz que solo Él puede dar. No dejes que el resentimiento y la falta de perdón bloqueen la gracia de Dios en tu vida. Perdona, así como tú has sido perdonado, y experimenta la libertad y la restauración que Dios tiene para ti.

Sugerencias de Lectura:

Mateo 18:21-22
Mateo 18:35
Lucas 17:3-4

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