Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. Romanos 10:13
Este versículo nos muestra una de las promesas más preciosas de la Biblia: la salvación está disponible para todos aquellos que invoquen el nombre de Jesús. No hay discriminación ni restricciones. La salvación no está limitada por dónde estamos, lo que hemos hecho o quiénes somos. Lo único que necesitamos hacer es clamar al nombre de Jesús, reconocer Su autoridad y permitir que Él nos salve. Es un acto simple, pero poderoso. Nos da acceso a Su gracia de forma directa y personal.
La palabra “invocar” es una invitación a una relación íntima con Dios. No se trata solo de una oración superficial, sino de un clamor sincero que viene del corazón, reconociendo la necesidad de Su ayuda y Su perdón. Jesús, al escuchar nuestro clamor, responde con amor y misericordia, ofreciéndonos la salvación y la certeza de que estará con nosotros, ahora y para siempre.
Hoy, tú también puedes invocar el nombre de Jesús y recibir Su salvación. Él está a la puerta de tu corazón, esperando que lo llames. No importa tu pasado ni las dificultades que hayas enfrentado, Él está listo para escucharte y rescatarte. Si aún no has entregado tu vida a Jesús, este es el momento de hacerlo. Él te llama, y Su salvación está al alcance de una oración sincera. Invocar el nombre del Señor es el primer paso hacia una vida transformada. ¡Acepta esta invitación con fe y confianza! ¡Clama a Él!
